Nasca: La cerámica mágica

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Había enloquecido. Quizá el agua con metales pesados de la ciudad de Lima había hecho finalmente su trabajo, quién sabe, porque el escenario que enfrentaba era irreal.

Y es que la vasija de barro que tenía frente a mí poseía algún tipo de poder "sobrenatural", y no lograba descifrar el misterio por culpa de mi incontrolable temor. 

Temor que no me permitía siquiera acercarme, ya que la pieza de barro emitía una extraña luz desde su interior cada vez que la tomaba entre mis temblorosas manos.

Las que naturalmente reaccionaban soltándola en el acto, dando paso a una huida, tan veloz, que dejaría al campeón olímpico Usain Bolt mordiendo el polvo.

Pero, la vasija, de estilo preinca, no era una reliquia antigua poseedora de alguna maldición andina. No. Esta era sólo una burda creación mía. 

Aún recuerdo el día en el que yo mismo amasé, moldeé, pinté y trasladé, a la que ahora se ha convertido en un caso digno para los expedientes secretos equis.

Todo comenzó en Nasca, pequeña y calurosa ciudad al sur del Perú, a la que había llegado luego de un agotador paseo por la Reserva Nacional de San Fernando

El itinerario del viaje de prensa al que fui invitado aquel día, tenía como último destino la visita a un taller de artesanías de una familia muy reconocida por esos lares, los Calle. Aunque yo no me sentía muy entusiasmado por la idea.

Al llegar al modesto taller nos recibió un señor de vivaz mirada y poblado bigote. Se presentó como Tobi, uno de los hijos del ya fallecido maestro alfarero Andrés Calle Flores, según nos dijo.

Tobi se encargó de darnos a conocer todos los detalles de la ardua labor de su padre, un hombre que con paciencia, ensayo y error, empezó a elaborar las primeras réplicas de las cerámicas de la cultura Nasca, una civilización anterior a los Incas que dominó en aquellos tiempos, el territorio que hoy abarca el departamento de Ica.

Pero, Don Andrés no era un simple duplicador de cerámicas antiguas, él fue también un investigador autodidacta bastante curioso.

Fue esa curiosidad la que le llevó a descubrir, aprender y rescatar, las técnicas de elaboración, horneado y pintura de los antiguos ceramistas Nasca, allá por la década de los 40 del siglo XX.

Uno de esos descubrimientos ocurrió al examinar las rudimentarias herramientas y los pequeños fragmentos de cerámica que los voraces huaqueros dejaban tras su paso destructor. 

Tobi nos relató que en muchos de esos fragmentos, su padre halló huellas dactilares impresas en el barro, una clara señal de que los Nasca hacían sus elaboradas cerámicas moldeándolas sólo con las manos sin la ayuda del torno.


Tobi, taller Andres Calle Flores
Tobi, en pleno relato

Con las manos en la masa

El cálido recibimiento de Tobi no se limitó a relatos y demás detalles de vida de su padre. Él también deseaba que pusiéramos en práctica todas las técnicas que los Nasca usaron en sus cerámicas, así que echamos mano al arcilloso barro. 

Fue una agradable experiencia jugar a ser artesano, más aún ensuciarse y poner a prueba una cualidad que es muy esquiva en estos tiempos modernos: la paciencia.

Usando sólo una pequeña base de barro cocido como soporte, empezamos la difícil tarea de dar forma globular al caprichoso barro, sólo con los dedos, como jugando con plastilina.

Sabes estimado lector, el tiempo pasa rápido cuando uno está en estado casi meditativo, y no es un reclamo, es todo lo contrario. "Sirve también como terapia antiestrés", nos comentó Tobi. Muy cierto.

Creo que tengo dones para alfarero Nasca, quizá algún gen sureño de mi padre esté presente en mí, porque hasta Tobi quedó satisfecho con mi trabajo. 

Al final no importa cuál sea el resultado de la vasija: "ella es como tu hija, una parte de ti está en ella, tu energía, tus huellas", nos dijo Tobi, "cada vasija es única, como un ser vivo".

Entonces tal vez, y sólo tal vez, la luz que vi en mi vasija sea... ¿parte de mi energía almacenada en el barro? Bueno, dejo ese tema para el final.


Taller Andres Calle Nasca Ica
Estábamos cansados y con insolación pero todo cambió en el taller

En el taller de los Calle, el tiempo se ha detenido, y se respira paz. Yo me sentí muy a gusto allí, y no me quería ir. 

Por cierto, muchos extranjeros visitan el taller, y es sorprendente saber que por su pequeño taller hayan pasado personajes tan famosos como Steven Seagal y otras estrellas de Hollywood, que según Tobi no quisieron tomarse fotos, pues siempre deseaban hacer de su visita algo íntimo y secreto. "No pictures, please!"

¿Pero cómo se enteran los extranjeros de la existencia del taller, si Tobi no tiene una página web o una cuenta en Facebook? Pues, sólo por la recomendación de la gente que visita este lugar.

Es increíble la gran afluencia de turistas europeos, ellos llegan por montones, y valoran mucho el arte de los Calle. Por cierto, en Nasca no hay persona que no conozca a esta ilustre familia, pero Tobi nos dijo que en el resto del Perú son muy pocos los que saben o valoran su trabajo.



Y sobre mi vasija de barro luminiscente, bueno, hacía un buen tiempo que se había hecho pedazos por un descuido mío, y aún me faltaba cocerla, de verdad me había quedado muy bonita, y la echaba de menos. 

Dicen que en los sueños se manifiestan los deseos ocultos en el inconsciente. Y sí, fue allí donde la vi brillar, porque deseaba volver a tenerla conmigo como una prueba de que hice una vasija Nasca con la guía del hijo del Gran Amauta de los Artesanos, don Andrés Calle Flores.

Si te interesa visitar el taller:

Taller de Artesanía "Andres Calle Flores"
Avenida San Carlos 240
Nasca - Perú


Teléfono: +51 56 522319 





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