Cuenca, donde encontré mi valentía

Cuenca Ecuador
Video al final de la entrada

   Hola estimado lector, si en la anterior entrada te describí a Cuenca como un lugar calmo y perfecto para relajarse, esta vez te mostraré el otro lado, aquel lado divertido y relativamente extremo. Un lugar perfecto para ti, en el que encontrarás experiencias adrenalínicas, que te harán gritar como un loco, o para que al menos puedas aliviar el estrés de la moderna vida en la ciudad.

   Con pequeños relatos trataré de transmitirte mi experiencia con tres actividades que pude realizar con total seguridad en Cuenca, o siendo más exacto en las provincias ecuatorianas de Azuay y Cañar. Espero te animes a experimentarla también. Allí van:

1.- Abrazador de rocas profesional

   De pronto, las traviesas nubes movidas por el viento se pusieron a bailar bajo los fuertes rayos del sol del mediodía, creando un juego de luces y sombras que cual señales místicas de alguna divinidad prehispánica, parecían advertirme de algún peligro inminente. Pero el aparente clima de misterio sólo se desarrollaba dentro de mi cabeza, ya que estaba próximo a iniciar una actividad que ni en la peor de mis pesadillas pensé realizar, la escalada en roca.

   Fue el cerro Cojitambo, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Azogues, mi reto personal aquel día. Eran decenas de metros en vertical los que iban a poner a prueba el temple de los valientes e intrépidos escaladores, pero para mí era además una prueba de mi bien disimulada intolerancia al pánico, al sudor frío y la tembladera descontrolada. Alex, Miguel, Wili, Deniss y Nancy fueron los primeros en subir.

   Alex escaló con una destreza propia de una cabra de los Alpes, Miguel sufrió un poco, Wili sorprendió por su rapidez, Deniss subió siendo alentada con un "¡Sí se puede!", y Nancy retó a la gravedad cual Hombre Araña, a pesar que nos dijo y redijo que nunca antes había hecho algo así.

   Finalmente llegó mi turno, pero antes de contarte si lo logré o no, te pregunto: ¿Alguna vez te has emocionado al saber que harás una actividad extrema, pero cuando tu turno se acerca sientes que vas a desmayarte en cualquier momento?, ¿no?, ¡yo sí!, pero lo supe disimular. Seré muy nervioso pero mi orgullo de macho incaico es más fuerte, y fue justamente ese impulso viril el que, llegado el momento, hizo que mis adormecidas piernas adquirieran una fuerza desconocida por mí.

   Cuando se está a más de 30 metros del suelo los temores quedan atrás, la mente se concentra sólo en subir y en encontrar cada rendija y protuberancia en la roca para no caer, ordenando al cuerpo a literalmente abrazar sensualmente al cerro, y cuando ya no hay donde aferrarse el temor vuelve a aparecer, y el miedo a paralizar:

—¡Compadre y ahora cómo hago! ¡ayúdame por favor! —le grité con desesperación al instructor que estaba ubicado a pocos metros de mi objetivo.
Coloca tu pie allá e impúlsate con las piernas —me respondió con un fuerte acento italiano.
―¡Dónde huevón, no hay nada! ¡ayuda! ¡ayúdame!

   El hombre parecía distraído mientras conversaba con Nancy, que me había precedido, así que me resigné a no recibir ayuda alguna, "¡diablos y estando tan cerca!", me lamentaba, mientras me sostenía hasta con las uñas sobre cada grieta. Por cierto, no vayas a pensar que íbamos sin todas las medidas de seguridad del caso. Todos subimos con casco, un arnés y sujetos a una cuerda que como el cordón umbilical, nos iba a mantener vivos si uno por ahí resbalaba hacía el vacío.
   
Escalada Cerro Cojitambo
Nancy subió velozmente, pero su mayor reto fue bajar

   A sólo un impulso de distancia de la meta, y sin tener dónde colocar el pie para hacer la fuerza necesaria, tuve que usar métodos poco ortodoxos como jalarle los "pelos" al cerro, es decir confiar en la resistencia de la hierba que escasamente cubría al Cojitambo. Cogí una buena mata de amarillentos tallos e invoqué los poderes científicos de la fuerza de la fricción y me impulsé.

   ¡Y llegué!, arrastrándome, con una pierna rasguñada y jadeando como un perro pero ¡llegué! El italiano no pareció estar asombrado. Para mí había sido el logro del año, celebración que duró poco porque la bajada fue mucho más difícil que la subida. En ella no hubo momentos heroicos, sólo torpeza y golpes contra las rocas.

2.- Volador arborícola

   En las periferias de la ciudad de Cuenca existe un lugar entre cerros y árboles donde se practica el canopy o tirolesa. Esta es una actividad que consiste en deslizarse por un cable de acero suspendido a cierta altitud usando una polea. Los cables suelen colocarse para cruzar pequeños abismos para darle al visitante algo de emoción, y el deslizamiento ocurre porque entre los extremos del cable existe un desnivel que permite que la gravedad actúe.  No hay más misterios al respecto. 

   Tuve la suerte de practicar esta actividad con la gente de Cuenca Canopy, que ofrecen un servicio profesional y sin riesgos. Ellos poseen un circuito de 7 líneas de cables que se adentran en el bosque, que varían en ángulo y longitud, lo que les da a algunas más velocidad y por lo tanto más emoción. Aquella mañana sólo recorrimos dos líneas, las que para algunos de mis compañeros de viaje fue demasiado extremo.

   En resumen, para mí esta es una actividad bastante relajante, porque no requiere esfuerzo alguno, sólo es deslizarse, y mientras se acelera, se puede contemplar el hermoso paisaje circundante y sentir el viento correr sobre el rostro. Tal vez el sonido de la polea rodando sobre el cable puede llegar a ser algo atemorizante, ya que se oye como el motor de un auto fórmula uno a plena marcha, lo que acentúa la sensación de velocidad, pero tranquilo ¡sólo te divertirás!


Cuenca Canopy
Gladys venció sus miedos en Cuenca

3.- Buscador de estrellitas y duendes

   A veces la vida de un viajero que acostumbra a escribir en un blog puede sumergirse bajo una realidad ilusoria y mundana. Estar varias horas frente a un computador y detrás del celular pendiente de las redes sociales en la Internet, puede alterar y limitar nuestra percepción del mundo. La magia de la existencia está allá afuera, tras las paredes, ella busca conectar con nosotros para mostrarnos que no importa el sentido que le demos a la vida, esta siempre será valiosa, breve y todo un privilegio, porque somos los únicos seres capaces de ser conscientes de ello.

   ¡Pum! y de repente el caballo que montaba resbaló y toda la cháchara "filosófica" que acabas de leer lineas arriba por suerte no fue a parar al piso junto con el caballo. Bueno, era comprensible que mi amigo equino perdiera brevemente el equilibro, ya que me encontraba en plena cabalgata nocturna y sin luna, sobre un lugar de suaves pendientes y de un encendido color verde que me hicieron pensar en La Comarca, la tierra de los hobbits, aunque claro, mientras cabalgaba ya era casi imposible distinguir algo, sólo oscuridad y las fantasmales siluetas de los cerros iluminadas por la tenue luz de la Vía Láctea.

   Cabalgar en el solitario campo una noche semidespejada tiene ese efecto, el de conexión con el lado místico y espiritual de la vida, por muy citadino que uno sea es imposible no conmoverse ante la vastedad del Universo. Además vi de todo, desde luciérnagas y estrellas fugaces (vi dos y pedí mis deseos), hasta planetas, y algunos ovnis con una escandalosa forma de avión. 

   Toda esta experiencia la pude disfrutar en la encantadora hacienda Totorillas, gracias al buen servicio de la gente y los caballitos de Montaruna. En la hacienda además hay una acogedora cabaña en donde nos invitaron el imprescindible canelazo, además de una cena típica a base de mote, tamal y maíz tostado ¡una delicia!


Cuenca Ecuador
Los caballos esperando la noche en la hacienda Totorillas

Algunos datos:

- Para la escalada en el cerro Cojitambo, es necesario llegar a la parroquia Cojitambo, a unos 35 minutos de la ciudad de Cuenca. Ten presente que el Cojitambo es el mayor lugar de escalada del Ecuador, así que fue todo un privilegio. Busquen a Daniel, él es el hombre allí.

- Para el canopy pueden contactar con la gente de Cuenca Canopy, ellos tienen en sus  7 recorridos líneas dobles que le dan mayor seguridad a tu experiencia.

- Para la cabalgata nocturna la mejor opción es Montaruna, que además del recorrido en penumbra, ofrecen una experiencia mística con algunas ceremonias algo particulares en torno a una fogata.  


La experiencia en video

   Nuevamente muchas gracias a la Fundación Municipal Turismo Para Cuenca y a placeOK por la invitación, y a mis divertidos compañeros de viajes ¡son lo máximo!



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